lunes, 27 de febrero de 2017

Biografía de Edward Jan Habich - 11. Habich en la Exposición Universal de París de 1889

  • La obra de Habich no se encierra dentro de los muros de la Escuela de Ingenieros. Los gobernantes del Perú sabían que podían contar con un hombre que, por encima de los banderismos políticos, sabía buscar las soluciones adecuadas a los problemas del país. En 1889 Habich no era ya un extranjero entre nosotros. Se había afincado definitivamente en el Perú, había contraído matrimonio con Virginia Brando y sus hijos peruanos estaban ya incorporándose a la vida nacional. Muy pronto Edmundo N. de Habich trabajará como profesor y secretario de la Escuela.
  • Los grupos occidentales de poder económico estaban empeñados en controlar el mercado internacional. La industria europea satisfacía ya las necesidades propias y tendía a expandirse a través de una red comercial que llevase las manufacturas europeas más allá de los mares. Por otra parte, las materias primas de los países periféricos del sistema occidental eran requeridas por las fábricas establecidas en los países centrales. A estas finalidades respondían las ferias y exposiciones.
  • Castel, presidente de la comisión encargada por el gobierno francés de organizar el Congreso Internacional de Minería y Metalurgia, que se desarrollaba dentro de los programas de la Exposición Universal de París de 1889 para la que Eiffel construyera la célebre torre parisina, escribió a Habich pidiéndole su cooperación y comunicándole su designación como miembro honorario del mencionado congreso. “El valioso apoyo de U. nos será muy particularmente útil para dar a las discusiones toda la importancia debida y su presencia en las sesiones aumentará en mucho su lucimiento, y los resultados que se puedan obtener”.
  • Habich contesta a Castel asegurándole su participación en el evento en el que presentará numerosos datos sobre la situación minera e industrial del Perú. Por decreto del 2 de agosto de 1889 se concede a Habich cuatro meses de licencia para que descanse en Europa y asista a la exposición francesa. Antes de partir hacia París recibe diversos encargos de los ministerios e instituciones de enseñanza. El 14 de agosto se embarca en el Callao con los dos mil soles que se le asignaron. Llega a París en la segunda quincena de septiembre. Al llegar a la capital francesa se incorpora al Congreso de Ferrocarriles en calidad de vicepresidente.
  • “La inmensa afluencia de visitantes de todas las partes del mundo -decía Habich en carta al Presidente Andrés A. Cáceres- ha hecho de ella más que un lugar de investigaciones comparadas, de los adelantos de la industria, Artes y Ciencias en ella representados, una feria universal, circunstancia que ha causado grandes dificultades a los que acudían con el fin de dedicarse a estudios serios. Todas las Repúblicas Hispano-Americanas han expuesto sus productos en edificios propios, con excepción del Perú, Colombia y Honduras, que se colocaron, las dos primeras en los lugares menos visibles del Pabellón Uruguay...Es de sentirse, excmo. Sr., que se haya dado en esta exposición tan triste idea del Perú, por la deficiencia de sus envíos, tanto más, cuanto que se habría podido hacer lo que por razones políticas han efectuado los países monárquicos y hasta algunas repúblicas como el Ecuador, Santo Domingo, etc. llevando a cabo su exposición exclusivamente o en parte, con medios privados”. Se refiere después Habich a la mala reputación que tiene el Perú en los medios inversionistas debido a sus enemigos. Esta mala reputación había dejado eco en el Gobierno Francés. Pero él se estaba esforzando en deshacer esa mala fama creada sin duda por los descalabros del guano en la década anterior. Las palabras de Habich dejaban en gobernantes, financistas e industriales la buena semilla que pronto fructificará en un estrechamiento de vínculos entre el Perú y Francia. Para la difícil tarea de levantar la opinión sobre lo peruano cuenta Habich con su prestigio personal, con los buenos deseos del Presidente de la República, con la restauración del orden político y con una obra, la Escuela de Ingenieros, conocida por técnicos, industriales e intelectuales europeos y considerada como la mejor en su género en Latinoamérica.
  • Antes de contribuir a mejorar la opinión sobre el Perú, preocupa a Habich en París conocer los problemas de la enseñanza profesional en todos sus grados. Recogiendo valiosas experiencias, emite un conjunto de informes que revelan su agudo espíritu de observación. La educación estaba pasando en Europa por una etapa de transición y de tanteo. Las nuevas reglamentaciones tendían a adecuarse al principio elemental de equilibrar la oferta con la demanda.
  • En Europa Habich desempeñaba tan variadas comisiones que lo que debía ser un descanso para su salud quebrantada se convirtió en una etapa de mayor agitación de la que tenía en Lima. Representa al Perú en el Congreso Internacional de Ferrocarriles, en la Conferencia Universal del Metro y en otras muchas reuniones. Recoge material de enseñanza para la Escuela de Ingenieros y para el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe. Reúne varios informes sobre le Canal de Panamá. Por encargo del Ministerio de Guerra estudia las fábricas de pólvora y explosivos. Viaja por varios países a fin de conocer los sistemas de enseñanza técnica. Visita hospitales y cementerios para dar una adecuada noticia a la Beneficencia Pública de Lima, interesada en mejorar estos establecimientos. En lo referente a minería opina Habich que la Exposición Universal no había presentado los adelantos en este ramo por la ausencia de varias naciones que tenían una industria minera muy floreciente. “En Europa -dirá luego en los informes al gobierno- los medios mecánicos, químicos, etc. y el personal son tan abundantes y se encuentran tan inmediatamente, que los métodos empleados se resienten de esta facilidad, la que no existiendo en el Perú, hace que estos métodos no sean aplicables aquí en la forma allá usada; y soy de opinión que el mayor provecho que puede sacarse de la industria Europea es procurar la creación, con capitales y hombres de allá, de establecimientos metalúrgicos y explotaciones importantes que puedan rivalizar con los de aquel continente”.
  • Al referirse a la legislación minera da cuenta del movimiento socialista y concretamente del socialismo del Estado propiciado por Lasalle en Alemania. “Tocante a las cuestiones legales y económicas referente a la Industria Minera, mucho se ocupan de ellas en Europa; pero bajo un punto de vista que hasta el presente interesa poco a los países suramericanos. Son más bien cuestiones económico-sociales, en relación con el estado de la clase obrera dedicada a esta industria: asegurar su suerte y la de su familia conforme a las condiciones de cada país, tal es la gran preocupación del día, que ha tenido su más pública y ruidosa manifestación en el Congreso de Berlín, promovido por el Emperador de Alemania. Sobre legislación minera, si se exceptúan algunos ataques contra la propiedad minera, y en sentido que favorecen el socialismo del Estado, haciendo de ella su propiedad permanente, hay poco digno de llamar la atención”. Habich, aristócrata por nacimiento, liberal por formación y utilitarista por ambiente, mira despreocupado esa ebullición ideológica que no llega a entender a plenitud. Para él bastaba dotar al Perú de una legislación minera única que anulase los mil dispositivos legales nacidos al margen de toda sistematización. Dicha legislación, de marcado corte liberal, como señalaremos en seguida, se presenta como la panacea que traerá el orden al caos en el que está sumida la industria minera en el Perú.
  • Concluidas sus múltiples tareas en Europa y arreglados los cajones del equipaje que le acompañaría en la travesía de los mares, sale Habich de Francia llegando al Callao el 11 de junio de 1890. Casi un año había durado su permanencia en Europa, que repercutió sin duda en un mejoramiento de las relaciones económicas y culturales con los países centrales europeos. El 26 de junio retoma la Dirección de la Escuela que desempeñara interinamente Ernesto Malinowski.

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