lunes, 27 de febrero de 2017

Biografía de Edward Jan Habich - 10. Funciones cumplidas por la Escuela de Ingenieros en la sociedad peruana

  • En la ley del 20 de noviembre de 1875 se determinaba que el nuevo establecimiento tendría por objeto “dar la instrucción necesaria para el laboreo de minas y el beneficio de metales”. Esta finalidad se especifica en el Reglamento Orgánico de 1876 “formar Directores y conductores de trabajos de ingeniería civil, de explotación de minas, de establecimientos metalúrgicos e industrias químicas, propias del país”. Finalmente, en 1879, al fijarse las bases de la Escuela, se señala que su objeto es formar ingenieros de construcciones civiles y de minas, arquitectos, peritos agrimensores y directores de industrias del país.
  • ¿Qué medios usó Habich para que la institución a él encomendada cumpliera las funciones que le señalaban las leyes? Hasta 1876 el Perú se abasteció de ingenieros extranjeros que al servicio del Estado eran contratados principalmente en Francia. Nuestra incipiente industria dependía, pues, de talentos importados. No sólo se importaban instrumentos y técnicas que respondían a las necesidades de los países creadores, sino aun hombres que hacían rendir a nuestras riquezas en función de intereses foráneos. Los alumnos salidos de la Escuela de Artes y Oficios no contaban con la preparación suficiente para dirigir esas explotaciones. No pocos peruanos se vieron necesitados de acudir a las escuelas europeas en busca de la formación profesional que no les ofrecía el Perú. Pero este recurso tampoco bastaba para atender las necesidades de tecnificación del último tercio del siglo diecinueve. La Escuela venía, pues, a llenar un vacío en la estructura educativa: formar a los técnicos capaces de explotar nuevas fuentes de riqueza ante la manifiesta declinación de la economía del guano. Era ésta su misión y su tarea. Una misión ideada por los grupos de poder económico que tenían en sus manos las fuentes productivas y para cuya explotación habían dependido hasta entonces de capital humano de más allá de nuestras fronteras.
  • El Perú, cuya economía convalecía del golpe asestado por la decadencia del guano, estaba orientando sus miras hacia otros recursos naturales. La Escuela de Ingenieros, fruto de esa política, será a la vez causa de ella en una relación dialéctica difícil de precisar. La Escuela no sólo cumple su papel como instrumento útil al servicio de los grupos dominantes, sino que es gestadora de la consolidación económica, social e ideológica del grupo. Es más, dada la afirmación de la economía nacional en la que juega un rol preponderante, y la formación de gentes capacitadas para la dirección de esa línea económica, la Escuela dirigida por Habich contribuyó también a posibilitar la mayoría de edad de los centros de poder político.
  • A una misma situación, a un mismo reto, el fracaso de la Guerra con Chile, dos hombres dieron respuestas diversas. Mientras para González Prada la declinación de la economía nacional era un síntoma evidente de la incapacidad de la burguesía dominante que le lleva a buscar en el proletariado y en los jóvenes intelectuales, como únicas reservas aún incontaminadas, las bases de una nueva reorganización del poder destruyendo la máquina estatal y profesando una veneración sin límites al élan vital, para Eduardo J. de Habich, la decadencia se debe a la ineficacia en la explotación de las riquezas naturales. Es, pues, necesario buscar, como el más adecuado remedio, la tecnificación de los medios de producción orientados según los esquemas del liberalismo imperante.
  • No creemos que Habich fuera consciente de las proyecciones del centro de estudios que él iniciara y dirigiera por más de treinta años. Pero sí sabemos que aunque tenía muy presente la urgencia de formar peruanos capaces de dirigir el proceso de tecnificación del país, no olvidaba que dicho proceso requería del capital extranjero para su desarrollo en plenitud. Inconscientemente sin duda estaba tratando de robustecer las relaciones con los países más adelantados en técnicas. Por las publicaciones de la Escuela, los Anales y el Boletín, las riquezas naturales eran dadas a conocer en los medios inversionistas del exterior. Acudieron entonces los capitales que permitieron el despliegue de la técnica y supeditaron nuestro desarrollo a los intereses de los países prestamistas y a los grupos de poder económico empeñados en monopolizar la dirección de los negocios del mundo. En este entrecruzamiento de caminos, en esta mezcla enmarañada de intereses de grupos nacionales y extranjeros se inserta la vida de Habich y adquiere relieve su obra.
  • La Escuela de Ingenieros, nacida para responder a las necesidades del país en lo referente a la tecnificación de los medios productivos, cuenta para cumplir sus funciones con los siguientes medios: enseñanza teórico-práctica orientada hacia la formación de profesionales capaces de dirigir la explotación de las riquezas naturales, preparación de mandos intermedios -peritos en ciertas técnicas- que secundan la labor de los ingenieros, laboratorios que no sólo llenan la necesidad de prácticas de la enseñanza teórica sino que atienden a pedidos de ensayos y análisis de entidades públicas y privadas, publicaciones científicas que recogen las investigaciones de los profesores y dan a conocer nuestras riquezas naturales a los medios inversionistas extranjeros y participación en muchas comisones oficiales.
  • Al unir teoría y práctica, haciendo consistir ésta en el análisis concreto de nuestros recursos naturales, consigue Habich que los alumnos de la Escuela de Ingenieros no sólo salgan provistos de los conocimientos teóricos para el buen desempeño de sus tareas ingenieriles, sino oirentados hacia la búsqueda de la mejor respuesta a las necesidades del país. En la dialéctica de teoría y práctica va Habich modelando un nuevo tipo humano. A su muerte en 1909, después de treinta y tres años de paciente dedicación, eran 217 los ingenieros titulados, 32 los peritos agrimensores de minas y 5 los peritos agrimensores de predios rústicos y urbanos. El auge experimentado por la minería a partir de la última década del siglo XIX hay que atribuirlo, pues, en buena medida al capital humano preparado por Habich en la Escuela de Ingenieros.
  • Desde el punto de vista social no es menos importante la gestación en la Escuela de un grupo humano, el de los profesionales técnicos, inexistentes hasta entonces en la estructura de la sociedad. Ni los graduados de la Facultad de Ciencias de San Marcos ni los egresados de la Escuela de Artes y Oficios habían conseguido conformar un grupo social diferenciado e influyente, Los primeros se adscribían a los profesionales liberales de carácter humanístico y los segundos no alcanzaban el nivel profesional. Con la emergencia de un grupo de ingenieros en aumento desde 1880, se va formando el grupo de profesionales técnicos, provenientes en su mayoría de las familias dueñas de los medios de producción, en quienes el rancio aristocratismo familiar cede ante desusados cánones de valoración. Un utilitarismo positivista se infiltra en sus mentes acostumbradas a buscar siempre aquello que rinda mayores frutos. La búsqueda de la utilidad unida a la ideología liberal de la época hará de los egresados de la Escuela de Ingenieros perfectos positivistas que, aunque inconscientes de los fundamentos teóricos de su ideología, manejan un positivismo práctico que es entendido como el más eficaz instrumento al servicio de la utilidad. Si a este utilitarismo positivista unimos el liberalismo social y económico, nos encontramos con el clima propicio para la constitución de una burguesía urbana tecnificada que no tardará en aspirar al control político. Esta burguesía, emparentada afectiva y efectivamente con los intereses del capital extranjero invertido en el Perú, se irá consolidando a su sombra hasta constituirse en un gupo social diferenciado en épocas que escapan a los estrechos límites de la presente biografía.
  • A través de las publicaciones científico-técnicas la Escuela, además de divulgar conocimientos científicos y técnicos, desempeñaba la misión de dar a conocer las riquezas naturales del país en los medios inversionistas activando así la ola de inversiones del capitalismo extranjero que experimentó el Perú en los últimos lustros del siglo XIX. La primera publicación llevó el nombre de Anales de Construcciones Civiles y de Minas del Perú y se inició en 1880. “Al procurar la publicación de este periódico -decía Habich en la Introducción- la Dirección de la Escuela tuvo en mira contribuir a hacer conocer en el país y en el extranjero, las riquezas de todo género que encierra el suelo peruano, y los medios más fáciles y productivos de explotarlas; el estado de las industrias nacionales, su importancia, los métodos practicados y sus ventajas o defectos; la cantidad y calidad de los productos de esas industrias, y los medios de aumentar la una y la otra; y en fin, todo aquello que con este objeto tiene directa relación”. Los Anales terminaron en 1901 habiéndose publicado siete volúmenes. No es difícil advertir que la minería ocupaba el primer lugar en la lista de producciones del Perú para la gente de la Escuela. Veinte de los veintiséis artículos de los Anales se refieren a problemas mineros. La mayor parte de los ejemplares se distribuían por Europa y América.
  • El Boletín de Minas, Industrias y Construcciones , más ágil y frecuente que los Anales, se inició en 1885 y siguió apareciendo con regularidad todos los meses hasta la muerte de Habich. Después de diversas crisis fue finalmente suprimido en 1960. Tal fue su importancia y el prestigio que la Escuela adquirió a través de él en los medios técnicos y financieros de Europa que aún hoy día se siguen recibiendo pedidos de la colección completa y de ciertos ejemplares sueltos. Bien podía decir Habich que en muchos sitios era conocido el Perú por el Boletín algunos de cuyos números están íntegramente redactados por él.
Ingreso presidencial a la Escuela de Ingenieros en un día festivo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja tus comentarios y responsabilízate por tus palabras...

Ecuaciones matemáticas