martes, 1 de noviembre de 2011

Un discurso sobre una anécdota de mi vida

Recuerdo que un buen amigo mío me pidió - hace ya muchos años - escribir un discurso sobre alguna anécdota de mi vida. Lo había escrito a mano en uno de mis cuadernos pasados de la universidad. Pues bien, hoy al revisar dichos cuadernos para encontrar la fórmula para hallar el tamaño de una muestra estadística, encontré dicho escrito... ahora quiero compartirlo con ustedes (antes de leerlo, tomen en cuenta que mi forma de escribir ha variado algo, pero lo que quise expresar sigue de alguna manera en mi espíritu):

Hay algunos que dicen que existen momentos claves en la vida del hombre, momentos en los cuales tiene que demostrar si es que es algo más que un simple mortal.

Es posible que yo ya haya vivido uno de esos momentos. Me refiero a la primera toma de la universidad.

Recuerdo que, en días anteriores, circulaban volantes acerca de un tal Mauro Zevallos, de un comedor, de un ICI-UNI. Recuerdo también que, meses atrás, tuve que pagar (es un decir, pues realmente quienes pagaron fueron mis padres) una tasa por créditos jalados.

Debo reconocer que casi siempre había estado interesado en cuestiones "de mayores", polémicas. Pero nunca había participado activamente en alguna actividad de esa naturaleza, salvo error u omisión. En fin, aquel miércoles 28 de noviembre del 2001, al venir en el ómnibus, me sentí algo emocionado. Llegué al campus y me acerqué a la FIEE, había algunos estudiantes reunidos. Luego fuimos a la FIIS, y así a cada facultad.
Al fin, llegamos al pabellón central. Discurso tras discurso, era evidente que la universidad necesitaba un cambio.

Y sucedió de repente.

Algunos agarraron la mesa donde se encontraban nuestros representantes y la empujaban contra la puerta del pabellón. Otros trajeron unos guantes y un fierro.
En pocos minutos estábamos adentro. Había una cámara de seguridad que alguien tapó con una chompa o casaca. Subimos.

Al llegar la noche, todo el campus era nuestro.

Reflexiones que hacer, muchas. Errores que asumir, también. Lecciones que aprender... nuestro destino.

27 de setiembre del 2003

Ecuaciones matemáticas